En mayo de 2013 Edward Snowden solicitó una excedencia
temporal en su trabajo en la NSA (Agencia de Seguridad Nacional), abandonó la
preciosa casa que compartía con su novia en Hawài y cogió un vuelo rumbo a
Hong-Kong. Nada más llegar se alojó en un hotel desde donde filtró los comprometedores
documentos que han destapado los programas de vigilancia secreta de la NSA y
que han llevado al propio Snowden a pedir asilo político a 19 países.
¿Qué llevó a este analista de la NSA a renunciar a su sueldo
de más de 200.000 dólares y a abandonar su lujosa y cómoda vida en Hawài? Según
sus propias palabras, Snowden no podía “en conciencia, permitir al gobierno de
EE.UU. destruir la privacidad, la libertad en internet y las libertades básicas
de la gente de todo el mundo con esta gigantesca máquina de vigilancia que
están construyendo en secreto”.
Lo que ha quedado finalmente de manifiesto son varias cosas.
Por un lado, el espionaje masivo a destacados dirigentes políticos extranjeros
por parte de estados Unidos. Por otro, la inseguridad de las grandes compañías
de internet a las que todos, en mayor o menor medida, confiamos nuestros datos.
La privacidad de empresas como Google y Microsoft, redes sociales como Facebook
y Twitter, además de sitios comerciales como Amazon y Apple Store, y otros como
Yahoo y Dropbox, queda en entredicho. Todas ellas se desvincularon del PRISM
(programa de vigilancia masiva) negando ante la Eurocámara que fueran
conscientes de que el Gobierno de Estados Unidos accedía a sus servidores.
¿Por qué es tan fácil es espiarnos? ¿Estamos realmente tan
vigilados? En parte se debe a la centralización de lugares a la que hemos ido
yendo en los últimos años. En la década de los 90 existían varios buscadores
que competían entre sí, había varios sitios donde tener tu correo electrónico,
y existían también varios servidores de blogs. Ahora todo el mundo está en
Google, en Facebook o Twitter, en gmail o Hotmail. Esto permite a las
autoridades lograr más fácilmente acuerdos con estas pocas empresas y acceder a
toda la información.
La respuesta podría entonces ser la diversificación. Estar
en varios sitios. Evitar la centralización. Hay otras empresas de software
libre que ofrecen garantías. Pero… ¿queremos estar en una red social donde no
estén nuestros amigos y conocidos? Ciertamente, no tendría sentido estar en una
red donde estemos solos, de ahí el éxito de Facebook y Twitter. Las redes
sociales tienen sentido en función de cuánta gente las use. Podemos elegir qué
lugares usamos y cuáles no. Muchas veces los elegimos por gregarismo, en
cualquier caso es nuestra elección. Ocurre que entonces estas empresas se
convierten en monopolios y acabamos siendo dependientes de estos servicios de
éxito.
Como alternativa existen lo que se llaman nubes federadas
que son modelos de nubes con cifrado, que se lo ponen un poco más difícil a los
que quieran acceder a nuestros datos. También existen herramientas para cifrar
nuestros mensajes, aunque no garantizan nada, al menos se lo ponen más difícil
al que quiera acceder a nuestros contenidos, pues tendrá que averiguar la forma
de descifrar los mensajes. Y por otro lado tenemos la seguridad que nos ofrece
el DNI electrónico, basado en un sistema similar, pero cuyas claves tiene el
Gobierno. Otra opción es tener nuestras cosas (videos,
documentos, fotos, etc.) en al menos dos sitios a la vez.
Además, en nuestras manos está cuidar nuestras contraseñas,
elegir contraseñas fuertes y diferentes para cada aplicación, y cambiarlas con
regularidad. Revisar las políticas de privacidad que hemos aceptado y leer las
condiciones antes de aceptarlas sin más. Muchas de las aplicaciones que nos
descargamos nos piden permiso para acceder a los sistemas operativos de nuestro
móvil u ordenador, aceptando les estamos dando carta blanca para realizar diferentes
acciones y acceder a información de nuestros dispositivos.
Por último, pero no menos importante, nos queda cuidar
nuestros contenidos, ser escrupuloso con lo que publicamos en las redes,
hacernos una identidad personal. Podemos decidir lo que publicamos y lo que no.
Publicando nos estamos construyendo una identidad personal. Es por ello que
debemos reflexionar sobre la necesidad de estar en sitios que nos garanticen
mínimamente nuestra privacidad. Toda precaución es poca.
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