lunes, 2 de diciembre de 2013

Privacidad en la nube. Como podemos (y debemos) protegernos.


En mayo de 2013 Edward Snowden solicitó una excedencia temporal en su trabajo en la NSA (Agencia de Seguridad Nacional), abandonó la preciosa casa que compartía con su novia en Hawài y cogió un vuelo rumbo a Hong-Kong. Nada más llegar se alojó en un hotel desde donde filtró los comprometedores documentos que han destapado los programas de vigilancia secreta de la NSA y que han llevado al propio Snowden a pedir asilo político a 19 países.
¿Qué llevó a este analista de la NSA a renunciar a su sueldo de más de 200.000 dólares y a abandonar su lujosa y cómoda vida en Hawài? Según sus propias palabras, Snowden no podía “en conciencia, permitir al gobierno de EE.UU. destruir la privacidad, la libertad en internet y las libertades básicas de la gente de todo el mundo con esta gigantesca máquina de vigilancia que están construyendo en secreto”.
Lo que ha quedado finalmente de manifiesto son varias cosas. Por un lado, el espionaje masivo a destacados dirigentes políticos extranjeros por parte de estados Unidos. Por otro, la inseguridad de las grandes compañías de internet a las que todos, en mayor o menor medida, confiamos nuestros datos. La privacidad de empresas como Google y Microsoft, redes sociales como Facebook y Twitter, además de sitios comerciales como Amazon y Apple Store, y otros como Yahoo y Dropbox, queda en entredicho. Todas ellas se desvincularon del PRISM (programa de vigilancia masiva) negando ante la Eurocámara que fueran conscientes de que el Gobierno de Estados Unidos accedía a sus servidores.
¿Por qué es tan fácil es espiarnos? ¿Estamos realmente tan vigilados? En parte se debe a la centralización de lugares a la que hemos ido yendo en los últimos años. En la década de los 90 existían varios buscadores que competían entre sí, había varios sitios donde tener tu correo electrónico, y existían también varios servidores de blogs. Ahora todo el mundo está en Google, en Facebook o Twitter, en gmail o Hotmail. Esto permite a las autoridades lograr más fácilmente acuerdos con estas pocas empresas y acceder a toda la información.
La respuesta podría entonces ser la diversificación. Estar en varios sitios. Evitar la centralización. Hay otras empresas de software libre que ofrecen garantías. Pero… ¿queremos estar en una red social donde no estén nuestros amigos y conocidos? Ciertamente, no tendría sentido estar en una red donde estemos solos, de ahí el éxito de Facebook y Twitter. Las redes sociales tienen sentido en función de cuánta gente las use. Podemos elegir qué lugares usamos y cuáles no. Muchas veces los elegimos por gregarismo, en cualquier caso es nuestra elección. Ocurre que entonces estas empresas se convierten en monopolios y acabamos siendo dependientes de estos servicios de éxito.
Como alternativa existen lo que se llaman nubes federadas que son modelos de nubes con cifrado, que se lo ponen un poco más difícil a los que quieran acceder a nuestros datos. También existen herramientas para cifrar nuestros mensajes, aunque no garantizan nada, al menos se lo ponen más difícil al que quiera acceder a nuestros contenidos, pues tendrá que averiguar la forma de descifrar los mensajes. Y por otro lado tenemos la seguridad que nos ofrece el DNI electrónico, basado en un sistema similar, pero cuyas claves tiene el Gobierno. Otra opción es tener nuestras cosas (videos, documentos, fotos, etc.) en al menos dos sitios a la vez.
Además, en nuestras manos está cuidar nuestras contraseñas, elegir contraseñas fuertes y diferentes para cada aplicación, y cambiarlas con regularidad. Revisar las políticas de privacidad que hemos aceptado y leer las condiciones antes de aceptarlas sin más. Muchas de las aplicaciones que nos descargamos nos piden permiso para acceder a los sistemas operativos de nuestro móvil u ordenador, aceptando les estamos dando carta blanca para realizar diferentes acciones y acceder a información de nuestros dispositivos.
Por último, pero no menos importante, nos queda cuidar nuestros contenidos, ser escrupuloso con lo que publicamos en las redes, hacernos una identidad personal. Podemos decidir lo que publicamos y lo que no. Publicando nos estamos construyendo una identidad personal. Es por ello que debemos reflexionar sobre la necesidad de estar en sitios que nos garanticen mínimamente nuestra privacidad. Toda precaución es poca.

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